Don’t Look Up: cine muy, pero muy actual | Ensayo | Por Branndon Blanco

El año 2020 será uno muy difícil de dejar atrás. Aún al día de hoy continuamos sobreviviendo a los estragos de la pandemia por COVID-19. El año pasado y este han sacado a relucir las formas en las que la sociedad actual se comporta: antivacunas, conspiranoicos, homófobos, racistas, fascistas y un largo, pero largo catálogo de maneras irracionales de ver el mundo. En lo que va desde marzo del 2020 al 31 de diciembre de 2021 hemos visto de todo: el asesinato de George Floyd a manos de la policía estadounidense, una edición atípica de los juegos olímpicos en Tokio, estados vacíos durante algunos partidos de la UEFA Champions League, entre muchos otros sucesos que han marcado la vida de quienes han sobrevivido al SARS-CoV-2.


Los acontecimientos vividos durante estos ya casi dos años han sido tan extraordinarios, que a veces parece que realmente es el final de los tiempos, sin embargo, los sucesos naturales son quizá lo de menos, sino la interacción entre personas es la que ha mantenido asombrado al todo el mundo. La psicóloga Elke Van Hoof se refirió acertadamente al confinamiento como: “el mayor experimento psicológico de la historia”. El periodo de confinamiento fue quizá uno de lo momentos más duros a nivel mundial, pues las enfermedades mentales, el consumo de todo tipo de drogas y la violencia intrafamiliar estuvo presente en muchos hogares en el mundo, en algunos, lamentablemente, más que de costumbre. Sin embargo, el ciberespacio, fue para muchos aquel lugar en el que el que la interacción fue la predominó. Las nuevas tecnologías hicieron más llevadera la cuarentena para muchos.

En ocasiones, parece que la llegada de la amenaza global que afrontamos se hizo para esta época, y no lo digo por la existencia de la red 5G, como pueden afirmar quienes piensan que las vacunas están cargadas con un chip para mantenernos controlados, sino que los avances tecnológicos de esta época han hecho más “a gusto” estos meses. Por su puesto que me refiero a las clases privilegiadas, y por privilegiadas me refiero a quien tiene un hogar donde dormir todos los días, pues hay quienes no tienen esa dicha, pero ese es otro tema. Para los privilegiados, los primeros meses de pandemia, los que requirieron de confinamiento obligatorio, fueron aquellas personas que aprovecharon sus suscripciones a plataformas de streaming y maratonear series y películas, sobre todo en plataformas como Netflix, Disney+, Amazon Prime Video, entre otras tantas que incluso nacieron durante este periodo.

Uno de los últimos fenómenos globales de internet, es un largometraje producido por Netflix, el cual ha sacudido a todos los sectores de la sociedad norteamericana, sin embargo, es también un baldazo de agua fría para la sociedad posmoderna en la que vivimos, me refiero a la cinta del director norteamericano Adam Mckay: Don´t Look Up. Estrenada el 24 de diciembre pasado, Don´t Look Up se encuentra como la película más vista en decenas de países, tal es el caso de México, según las cifras de la compañía mencionada. Esta cinta de humor negro y ácido se añade a la lista de las llamadas disaster movies, un tipo de cintas que imagina cómo sería el fin del mundo y las maneras en las que los humanos reaccionarían, pero al hacerlo de desde la comedia crítica es quizá uno de los aciertos de esta propuesta. La trama es tan atractiva como su reparto, el cual se compone de actores de la talla de Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Meryl Streep, Cate Blanchett, Jonah Hill, Timothée Chalamet, entre muchas otras estrellas. Este largometraje de Mckay es tan explosivo como su anterior trabajo, Vice, del 2018, en el que nos trasporta al periodo de mandato de George W. Bush, periodo en el cual, según Mckay, quien tomaba las decisiones más importantes era su vicepresidente: Dick Cheney. Dicho filme es vertiginoso e intrépido, con cortes muy rápidos, pero con escenas que se graban en la memoria, características compartidas por Don´t Look Up.

Con una duración de 145 minutos y diseccionando a la sociedad actual de una forma excesivamente desternillante, nos coloca en una situación apocalíptica. La trama es relativamente “sencilla”: un grupo de astrónomos de la Universidad de Míchigan se percatan que un cometa impactará con el planeta Tierra en los próximos 6 meses, además de que posé una anchura de 9 kilómetros, más grande que el que acabó con la vida en este planeta hace más de 2 mil millones de años. Este es un dato bastante importante, pues a cada momento se reafirma en la cinta debió al elemento “problemático” de la historia que Mckay nos cuenta: la humanidad y sus líderes de opinión.

En Don´t Look Up nos encontraremos demasiado paralelismos con la realidad, comenzando por una de las personas (que aparenta ser de las) más poderosas del mundo en el que transcurre la ficción y la realidad: el presiente de los Estados Unidos; en este caso, la presidente. Interpretada por Meryl Streep, es, a grandes rasgos, una parodia de Donald J. Trump; el personaje de Streep remite al expresidente multimillonario en aspectos como la negación y poca credibilidad por la ciencia, justo como la forma en la que Trump trató a la pandemia por COVID-19, pero, quizá el rasgo más importante, es la propagación de una campaña negacionista en contra del cometa que impactará contra la Tierra, dicha campaña es denominada Don´t Look Up, esta es dirigida al sector republicano, el cual, en su mayoría, le entregó su voto a Trump en 2016, este sector es parodiado, por ejemplo, con respecto a sus ideas en pro del uso de armas. Además de tener una personalidad egocéntrica, estúpida e irracional, la presidenta Jane Orlean tiene a su hijo (Jonah Hill) dentro del gabinete presidencial (como Ivanka Trump, quien es hija de Donald Trump y ocupó el cargo de Consejera Superior), entre muchos otros actos detestables que dejaron el gobierno del presidente número 45 de la historia de los Estados Unidos de América. Mckay ha mencionado a diversos medios que la presidenta del Estados Unidos de Don´t Look Up es una combinación de los últimos presidentes que han gobernado su país, como George Bush o Bill Clinton.

Otro de los personajes sumamente interesantes es Peter Isherwell, fundador y CEO de la compañía tecnológica Bash. A mi consideración, un excelente personaje, ya que parodia aquellos empresarios que en los últimos tiempos dejan de ser únicamente sobresalientes en los negocios, también son para algunos unas figuras mesiánicas. Como todos sabemos y notamos, el progreso de la tecnología crece a paso agigantados y a velocidades tan veloces que no sabemos hasta donde llegará la inteligencia artificial, la realidad virtual o las criptomonedas. Este personaje, interpretado de manera sobresaliente por el actor británico Mark Rylance escupe ácidamente en la cara de Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg y los fanáticos de dichos ejecutivos. El problema con todos estos empresarios es que, a pesar de endulzarnos las pupilas con un futuro lleno de autos eléctricos, metaversos y viajes a otros planetas es que el progreso técnico que plantean es a costa de los recursos naturales de países en vías de desarrollo y pobreza extrema. Plantean preguntas muy interesantes sobre cuál es el costo de dicho progreso tecnológico: ¿saquear minerales, petróleo o arrasar con un bosque con fauna endémica? Dicho sacrificio es mostrado en este filme, pues el plan que tiene el gobierno de los Estados Unidos es destruir el cometa, sin embargo, Peter Isherwell cancela la misión, debido a que el cometa tiene mineral que funcionarán que beneficiarán al desarrollo tecnológico, por lo cual se decide que se estrellará en Chile, no sin antes quebrarlo en pequeños fragmentos. Esta acción demuestra que Ricardo Flores Magón no se equivocaba cuando mencionó que “Los capitalistas son los verdaderos gobernantes... Los presidentes no son otra cosa que los perros guardianes del Capital”.

El último personaje es aquel que le da la forma final al hombre masa, el mismo que según Ortega y Gasset afirma que es sumamente manipulable: me refiero a la prensa, la misma que a veces se da golpes en el pecho de ser lo más democrática posible. En Don´t Look Up tenemos un programa de televisión de variedades llamado The Daily Rip, el cual parodia a todos aquellos espacios televisivos y digitales en los que hablan de todos los temas más pasajeros y morbosos que puedan estar de moda, pero a los cuales somos adictos; ya que todos quieren enterarse de las infidelidades de las celebridades del momento, pero muy pocos, por no decir nadie, les prestan atención a los temas que realmente interesan. Como en cualquier ejercicio de agenda setting, los conductores, interpretados por unos (a más no poder) hilarantes Cate Blanchett y Tyler Perry, quienes seleccionan aquellos sucesos que son tendencia en redes sociales, pero que no son tan importantes como el cometa que se estrellará contra el mundo, este evento es tomado con frivolidad y minimizado a más no poder, tomando a los científicos como unos exagerados.

Don´t Look Up muestra a una sociedad que se merece la catástrofe, una que no se despega de las pantallas, que comparte y realiza retos que ponen la vida en peligro en redes sociales por unos cuantos dólares, o en el peor de los casos, solo por likes. Esta cinta muestra a una sociedad convulsa, pero que cae por su propio peso. El evento apocalíptico que Mckay muestra puede ser perfectamente reemplazado por la pandemia por COVID-19, pues la forma irracional en la que se comportan las personas en la realidad como en este largometraje, el cual no ha dejado indiferente a quienes las reproducen desde la comodidad de sus casas, pero que invita a pensar desde esa misma comodidad: ¿qué estamos haciendo?

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